Si no ponemos atención podemos convertir a nuestro único hijo en un ser egoísta, egocéntrico, manipulador y errado en la realidad, debido a la falta de convivencia con otros seres de su edad.

En esta ocasión, en Pipochos, te contaremos la historia del pequeño “C” y sus padres “A” y “B”.
Cuando “A” y “B” se conocieron ambos acordaron que sólo tendrían un hijo al cual darían todo: su cariño, amor, atención, tiempo, dedicación, regalos y más. Aunque “A” y “B” tenían ya una idea de qué hacer con su vida en pareja, lo principal era tener las bases para consolidar una familia juntos, así fue como planearon la llegada al mundo del pequeño “C”.
“A” provenía de una familia numerosa donde convivió con tres hermanos mayores y uno menor que él; mientras que “B” sólo tenía un hermano. A pesar de que “A” siempre tuvo con quién jugar y con quien compartir sus cosas, creció hastiado de no tener un momento de individualidad para él; en cuanto a “B”, quien también tenía con quien jugar, no podía pensar que alguien en plena década de los 90 y principios del nuevo milenio viviera con tantas personas en un departamento, en el cual debían compartir habitaciones.
“A” siempre pensó en formar una familia, pero no tan numerosa como la suya, quería algo más práctico: un solo hijo para brindarle absolutamente todo y que no hubiera discusión a faltas de atención o problemas económicos; por su parte, “B”, pensaba que ya dos hijos eran multitud en este nuevo siglo. En estas condiciones nació “C”.
Hoy día el pequeño “C” tiene nueve años, pero ha tenido ciertas dificultades al momento de convivir con niños de su edad. A continuación te hablamos de los siete aspectos que “A” y “B” no tomaron en cuenta al criar a “C”, pues a pesar de ser muy pequeño ya muestra signos del síndrome del hijo único:
- ¿Qué es el síndrome del hijo único?
Mucho se habla sobre si las personas que fueron hijas únicas, en su adolescencia presentan problemas de adaptación y en su adultez tienden a desarrollar un carácter egocéntrico, arrogante, egoísta y poco empático. Estas características son rasgos del síndrome del hijo único.
A pesar de los mitos que existen en torno a la personalidad de un hijo único, la verdad es que el error lo cometen los padres al momento de educarlos, ya que tienden a ser en extremo protectores y peor aún a malcriarlos.
- Sobreprotección
Si bien es cierto que la sobreprotección se da en todas las familias con un determinado hijo, o bien con todos, en el caso de los hijos únicos ocurre con mayor frecuencia.
“A” siempre insiste en que “C” debe ir bien tapado a todos lados y “B” en que el pequeño no debe comer ni un solo gramo de dulce. Incluso en compañía con otros niños “C” tiene que pedir la autorización de sus padres para realizar cualquier actividad mínima desde aceptar jugar al fútbol hasta comer determinado bizcocho. ¡Grave error por parte de “A” y “B”!
No darle espacio a un niño para que crezca, aprenda y experimente por sí mismo será dotarlo de desconfianza, falta de seguridad al tomar decisiones y sobre todo que sufra miedo a lo desconocido.
- Dependencia
Otro error cometido no sólo por los padres de hijos únicos, sino en general, es construir un lazo de dependencia.
Desde no poder decidir por sí mismos, hasta sufrir de chantajes emocionales son algunas de las consecuencias que padecen los hijos únicos que han sido malcriados.
No sería de extrañar que “C” sea designado como un hijo con “mamitis” o “papitis”, por negarse a querer independizarse cuando sea mayor o incluso llegue a tolerar una pareja que se impone ante toda pequeña decisión.
- Consentimiento
A veces los padres consienten de más otorgando regalos o siendo muy condescendientes. ¡Pésimo error!
“A” y “B” tienden a comprarle a “C” todo lo que pide y aunque no lo haga, cada fin de semana lo llenan de regalos y paseos. Y a pesar de que “C” pueda comportarse malcriado con otros niños o sus abuelos, “A” se niega a reprenderlo, ya que siente que “C” crecerá con ansiedad o problemas de depresión. ¡Mala decisión!
La queja de padres de hijos únicos es que cuando éstos llegan a la adolescencia tienden a “rebelarse” y buscar la autonomía de la que sus papás los privaron; sin embargo, esto puede prevenirse si desde la infancia al niño se le ponen límites, además de demostrarles que el mundo no gira en torno de ellos y que no siempre tendrán lo que quieren en el momento que deseen.

- Introversión
Debido a una crianza con signos de dependencia, consentimiento y sobreprotección, muchos hijos únicos (o menores) no saben cómo convivir con sus pares, por lo que, en algunos casos se muestran introvertidos, tímidos y más que nada temerosos; contrariamente, también hay niños que desarrollan una personalidad extrovertida, pero egocéntrica.
“C” es un niño tímido, pero muy inteligente, aunque no tiene muchos amigos porque no le gusta la idea de tener que compartir sus juguetes, además de que no sabe esperar su turno durante el juego.
- Expectativas y exigencias de los padres
Este no es un error, sino un horror: que los padres busquen proyectarse en sus hijos y hacer que sigan y cumplan las metas o sueños que ellos no pudieron realizar.
Cuando un niño crece en el seno de una familia de tres, todas las exigencias recaen en él. Lamentablemente los padres tienen la idea de que su hijo debe ser perfecto, pero muchas veces el significado de «perfección» se encuentra errado, pues prácticamente quieren decidir todo sobre el destino de su hijo.
En el caso de «C», ambos padres sueñan con que siga los pasos de la familia y se convierta en un médico. Si le preguntas a «C» que quiere ser de grande te responderá que médico como su papá. Esperemos unos años más para preguntarle en verdad qué quiere ser.
- Triángulo del hijo único (falta de equilibrio entre los miembros
Una familia tres puede parecer pequeña y realmente lo es, si alguno de los miembros llega a faltar la familia se reducirá a dos.
En primera instancia puede sonar a una unión fuerte, pero en algunos casos no es así, sino todo lo contrario.
Papá y mamá pueden tener dificultades como pareja o sencillamente no siempre tener el mismo humor ni tiempo para pasar con su hijo único.
En estos casos, el niño mostrará más afinidad por alguno de los dos, algo que también ocurre con frecuencia en los miembros de las familias más numerosas, sólo que al ser «más», la unión familiar no sufre tal desbalance, como en el caso de «A», «B» y «C» donde mamá o papá llegará a sentirse celoso o excluido.

Fuentes
https://www.vix.com/es/imj/familia/6528/que-es-el-sindrome-del-hijo-unico
https://www.guiainfantil.com/educacion/familia/hijounico.htm