Observando a algunos parientes y amigos, que tienen hijos pequeños (3 a 5 años), me doy cuenta que, para ciertas celebraciones de sus hijos (cumpleaños, Navidad, Reyes), les compran juguetes que uno piensa: ¿serán para sus hijos o serán para el papá? Juguetes sofisticados que hacen todo y el niño nomás observa o participa de manera mínima.
El papá se dedica a dar instrucciones al peque: ¡no, no lo toques de ahí!, ¡sólo muévele tal cosa!, ¡cuidado no lo vayas a romper!, etcétera. Y el papá disfruta enseñando a sus amigos y parientes, las maravillas que hace el tal juguete, que él mismo demuestra.
Observas, luego de poco tiempo, que el juguete acaba en una repisa de adorno; al niño ya no le llama la atención, pues –inconscientemente– no le deja fluir la imaginación. ¡Y vaya que son costosos!
Desde luego, algunos de esos juguetes pueden ser adecuados para niños de mayor edad, sin embargo, es conveniente tener en cuenta varias recomendaciones sobre los juguetes electrónicos.
Mientras que algunos expertos afirman que ayudan a los chicos a expresarse, otros alertan por el riesgo de ensimismamiento. De la mano de las pantallas táctiles, el acercamiento de los chicos a los juguetes tecnológicos comienza hoy a producirse ya a los dos años o antes.
Ya sea porque muchos chicos viven hoy en departamentos, porque sus padres prefieren en general que jueguen adentro, o porque la fascinación por la electrónica no encuentra límite de edad, lo cierto es que los juguetes tecnológicos le vienen ganando cada vez más terreno a los tradicionales. Pero lo cierto es que, mientras las play stations y tablets se instalan a la cabeza, en las preferencias de los niños, dejando atrás carritos, muñecas y otros juguetes muy populares hasta hace algunos años, no son pocos los pediatras y pedagogos que se plantean en qué medida esta tendencia no atenta contra su creatividad.
“No es cuestión de estigmatizar a los juguetes electrónicos: hacerlo equivale a no entender lo que en verdad hay que pretender de un juguete. Tradicional, didáctico, de construcción o tecnológico, es saludable si le permite al chico descargar sus fantasías”, asegura la psicóloga Nora Vinacur, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Además, “las pantallas no siempre provocan ensimismamiento; hoy muchas son interactivas y pocas provocan el efecto pasivo que a nosotros nos dejaba boquiabiertos largas horas frente a la TV”, explica Vinacur. Con todo, “es importante diferenciar hasta qué punto el juguete es un medio de expresión y simbolización o puede provocarle al chico sólo ensimismamiento”, reconoce la autora, quien asegura que ese riesgo resulta mayor en la medida en que los niños son más pequeños y el juego, menos concreto que virtual.
Roxana Morduchowicz doctora en Comunicación y autora de “Los Chicos y las Pantallas”, sostiene que el uso de juguetes electrónicos no es recomendable antes de los tres años”. No obstante, “existen razones corroboradas por estudios internacionales para que los celulares, las tabletas y computadoras no sean manipuladas antes de los tres años. Entre ellas se destaca la importancia de estimular la motricidad, opuesta al sedentarismo que propone la pantalla, y la necesidad de que, en la etapa temprana de la primera infancia, que es ‘concreta’, el niño se conecte con la vida real. En suma, conviene “posponer el ingreso de los más chicos al mundo virtual” recomienda Morduchowicz, al expresar que “ya tendrán suficientes pantallas después”.
El juguete más pedido el año pasado para el Día del Niño fue por lejos el celular, que representó la preferencia del 44% de los chicos, seguidos por las consolas de juegos (39%), las tabletas (26%), los videojuegos (26%) y las cámaras (21%), según una encuesta de la consultora D’AlessioIROL.
Hay que recordar que:
- El juguete no es el juego,
- Lo importante es el juego, y
- Nosotros podemos inventar las herramientas para el juego, es decir, los juguetes.
También puede consultar nuestra nota al respecto.
Fuentes: