Cuándo ponerlo a dieta

La obesidad infantil es un problema de salud pública, que revela cifras preocupantes, especialmente en las naciones desarrolladas. No obstante, ¿es posible poner a dieta a un niño?

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Es importante explicar que la palabra ‘dieta’ no quiere decir disminuir el consumo de alimentos para adelgazar o conservar un específico peso corporal, sino que se refiere al grupo de alimentos que se ingieren de forma frecuente, y sus porciones.

No significa lo mismo reducir la alimentación de un niño para que éste baje de peso, que educarlo para que adquiera hábitos nutricionales saludables y adecuados para su edad.

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Según esto, ante un niño diagnosticado con sobrepeso, la primera acción debe consistir en hacer un estudio de su dieta, conocer que alimentos consume, de qué manera están cocinados, y cuál es el tamaño de las porciones que consume.

Este estudio debe ser exhaustivo, y de al menos tres días, incluyendo uno del fin de semana. Además, se debe también detallar la actividad física que acostumbra a desarrollar.

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Con estos datos, es posible determinar si la causa de su sobrepeso puede deberse a una falta de actividad física, a un exceso en la ingesta calórica o a una combinación de ambos. Lo más habitual, lamentablemente, es que a una actividad física baja o nula se le sume una dieta desequilibrada, con exceso de grasas saturadas, procedentes de precocinados y alimentos industriales, y con porciones muy por encima de las recomendadas para la edad del niño.

Las alternativas son varias:

  • Aumento de la actividad física si ésta es baja. La sociedad actual tiene una tendencia hacia el sedentarismo nada saludable, y es por ello que se deben fomentar, desde la infancia, los juegos al aire libre que permitan al niño estar activo.
  • Reeducación dietética. Tratar de eliminar de la dieta aquellos alimentos con una densidad calórica elevada y una densidad nutricional baja, favoreciendo el consumo de otros más saludables.

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Cambiar jugos industriales por piezas de fruta, galletas o pan por barras de avena pueden marcar una gran diferencia en la ingesta calórica. También deben evitarse los alimentos que aporten calorías extra al alimento.

  • Disminución de las raciones. A todas las madres les da pena dejar a sus hijos con hambre, por lo que, en este caso, es importante que el propio niño aprenda a decidir cuándo ha comido suficiente, sin llegar a llenarse.

Inicialmente puede servir de ayuda, al disminuir la ración, acompañar los platos de verduras, que contribuyen a la sensación de llenado a la que el niño está acostumbrado. Las verduras crudas, que tardan más en digerirse, prolongan esta sensación durante más tiempo.

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Un niño con sobrepeso significa, si no se pone remedio, un adulto obeso en el futuro. Como padres, tenemos en nuestras manos la posibilidad de moldear a nuestros hijos mediante la educación que les ofrecemos. Con una educación nutricional y unos hábitos dietéticos adecuados, no solo se evitan el sobrepeso y la obesidad en la infancia, sino que se posibilita que se eviten, también en la edad adulta.

@Pipochos

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