Este sobrenombre comenzó a darse entre los padres sobreprotectores, que tienen como característica principal la creencia de que la infancia de sus pequeños debe ser lo más placentera posible, sin ninguna emoción negativa que los pueda dañar, pero esto llega a ser perjudicial para el niño, ya que no pude experimentar de manera normal la frustración, ya que todo lo obtiene de manera fácil de parte de papá y mamá.
El problema radica en que, con el tiempo, a estos niños se les crea una total dependencia hacia los padres, lo que dificulta su desarrollo normal, haciéndolos blancos fáciles para el bullying escolar.
Muchos hijos en la edad adulta llegan a tener problemas, crecen creyendo que el mundo es malvado y que son incapaces de convivir o entablar relaciones con los demás por considerarlos peligrosos, ellos solo se podrán liberar de los padres sobreprotectores, al cortar lazos con sus padres, dejándolos por fin crecer con libertad.
Todos más de alguna vez, hemos querido que nada le pase a nuestro hijo, pero el facilitarle por completo las cosas lo hará dependiente.
Debemos encontrar el punto medio, el poder orientar a nuestro hijo a tomar decisiones, pero no tomarlas por ellos.
Estar al pendiente de nuestro hijo, sin caer en la sobreprotección, por ejemplo, advertirle de los peligros que se encuentran en el mundo, pero no mantenerlo en una burbuja de cristal dentro de casa, y mucho menos decirle constantemente cosas que lo hagan ponerse nervioso, ya que así jamás podrá enfrentar nuevos retos.
Los padres inteligentes debemos ser aquellos capaces de orientar, de fomentar en nuestro hijo la toma de sus decisiones, para que el día de mañana sean adultos seguros de sí mismos, con autoestima y capacidad de decisión. Démosle al mundo seres íntegros y capaces de afrontar la vida.
¿Te consideras un padre o madre helicóptero?