Es necesario que el niño tenga el hábito de una ducha diaria, sobre todo cuando vuelven de la calle o el parque, mucho más en verano ya que uno tiende a sudar mucho. Si no quieres que se vuelva un castigo después de haber estado entretenido, acostumbrarlo, crea el hábito diario y será más sencillo y sano.
Cuando son muy pequeños eres tú quien tienes que ducharlos o bañarlos casi todos los días (todos, desde que empiecen a andar y a jugar en el parque), pero a medida que se vayan haciendo mayores, enseñarlos a frotarse y enjuagarse solos, para que a partir de los cinco o seis años lo hagan sin tu ayuda, aunque estés cerca vigilando.
Como siempre, es importante que les expliques por qué hay que hacerlo a diario y los problemas que les puede causar no hacerlo, entre otros el mal olor corporal, que puede provocar las burlas de otros compañeros y el aislamiento social.
Aunque aún no sude ni huela igual que al llegar a la pubertad, cuanto antes coja el hábito, menos le costará cuando de verdad sea necesario su uso.
También deben ver que tú te duchas todos los días, ya que los niños de pequeños quieren ser como sus padres y te imitarán en todo.
Los pasos que deberán hacer los peques para bañarse solos, serán los siguientes:
- Lavarse la cara: frente, ojos, cejas, orejas, mejillas, nariz, boca y barbilla.
- Limpiarse las piernas y pies.
- Asearse los brazos y las manos.
- Frotarse el tronco.
- Enjabonarse y enjuagarse el pelo.
La rutina que enseñaremos a los niños para el baño estará formada por:
- Preparar la ropa que se va a poner al salir de la bañera, tener a mano la toalla para secarse. Desnudarse y dejar la ropa en un lugar determinado.
- Meterse en la bañera y preparar el baño, tomar la esponja y poner gel o frotar el jabón.
- Bañarse y enjuagarse.
- Exprimir la esponja y colocarla en su sitio, recoger los juguetes, si los hay; enseñarle a los peques que todo lleva un orden y un lugar, es importante.
Si nuestros hijos adquieren autonomía e independencia, no sólo será beneficioso para ellos sino que los padres podremos ganar tiempo, y emplearlo en otras tareas que habíamos dejado de lado.